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Debemos presentar cada fase del proyecto al cliente para que lo valide, antes de continuar con el siguiente paso. Las objeciones, a la cara.

El siguiente paso tras preparar un presupuesto y firmar un contrato es, obviamente, empezar a trabajar.

Lo primero que tenemos que conseguir son los materiales. Es imprescindible disponer de todo el material necesario para realizar el trabajo, aunque podamos empezar a trabajar sin haber obtenido algunas de las fuentes necesarias. Disponer de todos los materiales será muy conveniente, para saber que podremos cumplir nuestra planificación, que no vamos a tener retrasos inesperados debido a que no tenemos las fotos adecuadas o los textos necesarios. Como esto lo hemos tratado ya en el artículo anterior, no nos vamos a extender más.

En este caso vamos a hablar de la validación de los diferentes puntos del proyecto por parte del cliente, que es algo imprescindible para una buena fluidez en el proyecto. Validando nuestro trabajo a medida que vamos desarrollándolo, conseguimos dos objetivos muy importantes. Uno, que el cliente vaya viendo paso a paso cómo evoluciona su proyecto y, segundo, que no existan malos entendidos entre los resultados que el cliente quiere obtener y lo que nosotros entendemos que el cliente quiere conseguir.

Los problemas de comunicación son otra parte a tener en cuenta en la realización de un proyecto. Es igual a cuando se imparte una materia en una clase: hay que ponerse al nivel del que menos sabe. Tenemos que ser capaces de explicar de manera comprensible las implicaciones de las peticiones y razonar nuestras propuestas, tanto de diseño como de programación.

Es muy importante tener en cuenta que el cliente sabe mucho de lo suyo, pero en la mayoría de los casos poco de lo nuestro. Además, contamos con el inconveniente de las "leyendas urbanas" existentes en el tema de web, donde todo es opinable y las intros en Flash son la séptima maravilla. Hay que "educar" al cliente, explicar TODAS LAS VECES QUE SEA NECESARIO los conceptos de diseño, usabilidad, peso, etc. Hay que insistir con el cliente que cada uno de esos conceptos son necesarios para realizar un buen proyecto y que, de no hacernos caso en nuestros consejos, el proyecto corre un grabe riesgo de fracasar.

Tampoco hay que ser un radical, hay que adecuarse al cliente dentro de unos mínimos. No podemos venderle al cliente una solución que puede ser muy buena, pero que no quede satisfecho, ya que habremos perdido un cliente real y muchos potenciales.

En conclusión, el autónomo, es también profesor.

Diego Pinilla

Responsable relaciones exteriores de MercadoProfesional.com

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