En este capítulo se hace referencia a las posibilidades de un proyecto condicionadas por la óptima financiación e inversión.
Parece que ya han pasado los días en los que la locura se adueñó de Internet, hinchando la burbuja de las .com hasta límites insostenibles. Después de la debacle de tantos y tantos proyectos que no estaban bien planificados y que sólo los movían la ilusión de los gestores, trabajadores e inversionistas, podemos pensar sin miedo a equivocarnos que ya quedan pocos sitios que no se sostengan por su propio peso. Aquellas inversiones desorbitadas y sin una clara capacidad de retorno han dado paso a un raciocinio extremo a la hora de asignar nuevos capitales a los proyectos de Internet. La inversión estratégica por copar un mercado que realmente no existía y los planes de negocio basados en unas previsiones que no se han visto cumplidas han pasado a la historia, aunque todavía podremos ver algunos casos en los que se repita el fenómeno, igual como ocurre en el mundo de los negocios offline.
Tuve la suerte de conocer de primera mano, sin sufrir en mis propias carnes, el fenómeno de la burbuja de las .com antes de crear DesarrolloWeb. Por aquel entonces trabajaba, junto con otras dos docenas de personas, en un portal deportivo que se había creado en España y otros países de Latinoamérica. Las rondas de financiación no paraban de sucederse, tercera, cuarta, quinta... cada una de miles de millones. Después de cerrar, como tantos otros proyectos de Internet, y volver a abrir con nuevos dueños, hoy el portal ya no mantiene la misma filosofía. No se puede gastar millones si no hay expectativas de poder recuperarlos.
Así pues, al hacer un plan de empresa, necesario para obtener la bendición de los inversores y la consiguiente papeleta para el sorteo del éxito, se miden con mucho más cuidado las posibilidades de la inversión. No hay nadie que se fije en ningún dato que no sea el retorno directo del capital utilizado.
Antes de esto, el valor de un proyecto se medía por las impresiones de páginas que generaba, más tarde por las visitas que tenía, por último por su lista de usuarios. Todo ello no era más que fuegos artificiales. Esas impresiones, visitas o registros de usuarios sólo eran potenciales compradores, que nunca pasaron de eso: potenciales. Ahora comprobamos que se necesitan unas fuentes de ingresos reales y no previsiones de futuro, puesto que ese futuro no parece llegar tan rápido como se creía, o directamente no existe tal futuro.
Tuve la suerte de conocer de primera mano, sin sufrir en mis propias carnes, el fenómeno de la burbuja de las .com antes de crear DesarrolloWeb. Por aquel entonces trabajaba, junto con otras dos docenas de personas, en un portal deportivo que se había creado en España y otros países de Latinoamérica. Las rondas de financiación no paraban de sucederse, tercera, cuarta, quinta... cada una de miles de millones. Después de cerrar, como tantos otros proyectos de Internet, y volver a abrir con nuevos dueños, hoy el portal ya no mantiene la misma filosofía. No se puede gastar millones si no hay expectativas de poder recuperarlos.
Así pues, al hacer un plan de empresa, necesario para obtener la bendición de los inversores y la consiguiente papeleta para el sorteo del éxito, se miden con mucho más cuidado las posibilidades de la inversión. No hay nadie que se fije en ningún dato que no sea el retorno directo del capital utilizado.
Antes de esto, el valor de un proyecto se medía por las impresiones de páginas que generaba, más tarde por las visitas que tenía, por último por su lista de usuarios. Todo ello no era más que fuegos artificiales. Esas impresiones, visitas o registros de usuarios sólo eran potenciales compradores, que nunca pasaron de eso: potenciales. Ahora comprobamos que se necesitan unas fuentes de ingresos reales y no previsiones de futuro, puesto que ese futuro no parece llegar tan rápido como se creía, o directamente no existe tal futuro.
Miguel Angel Alvarez
Fundador de DesarrolloWeb.com y la plataforma de formación online EscuelaIT. Com...